Un currículum pro-metedor

¡Vaya! Pues si hubiera sabido que bastaba con mamársela a Dios sabe quién (quizá precisamente a este) para llegar donde estamos, me habría ahorrado dos carreras y media, un master, y unos cuantos cursos, especialmente aquellos en que el profesor resultaba TÁN soporífero que hasta la cafeína hacia esfuerzos para no dormirse y mantenerme despierta. Sí hombre sí: esos en los que ni Cristo se acordaba de qué iba la charla después de 10 minutejos (y si no me creen, observen a los asistentes de cualquier curso o congreso en que el ponente resulte digamos… inaguantable y verán cómo abren y cierran constantemente el programa del susodicho curso, para recordar cuál era el título de la conferencia, e intentar recuperar el hilo)

Pues nada: habrá que practicar las chupaditas porque claro, con tanto estudiar, olvidé entrenar mi capacidad bucal.

¿Alguien se apunta para las prácticas? ¿Quién se siente con autoridad y conocimiento sensorial suficiente en sus “órganos colgantes” (que no sobrantes) para examinarme?

¡Virgen santa!

No respondan por favor.

¡Jesús!: no puede una ser sarcástica

Y una última reflexión: para ser atea… he mentado mucho… lo divino. A ver si además de cuestionarme mis métodos, debo cuestionarme también mi irreligiosidad (esta palabra existe créanme) ¡Pues hasta ahí podíamos llegar!

Fin de mi disertación (por si acaso)

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